Sabes ¿Por qué se comen romeritos en Semana Santa?
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Los romeritos han tenido lugar en la mesa desde tiempos muy antiguos, en la cuenca de México donde los aztecas aprovechaban todo lo que el entorno les brindaba, en vez de acabar con la maleza que invadía sus milpas, decidieron probarla, lejos de ser una planta invasiva y sin utilidad, podían ser parte de su dieta diaria.
Durante el virreinato, los romeritos no fueron bien recibidos por los españoles, pues aunque éstos tenían un muy buen sabor, para los nuevos habitantes el hecho de comer “maleza” no les atraía.
Estos paradigmas cambiaron cuando en Puebla -cuna del mole poblano y los chiles en nogada- las monjas carmelitas encontraron en los romeritos, una salvación divina.
En el siglo XVIII las carencias económicas en los conventos podían ser mitigadas por el dinero de fieles y adinerados burgueses que con tal de ganarse un “cachito de cielo”, donaban todo lo que les fuera posible a cambio de indulgencias y dulces… Dulces poblanos hechos por las delicadas manos religiosas.
Sin embargo, en el convento de la Soledad no fue ese el caso. Las monjas se pusieron aun más creativas y decidieron crear un platillo aprovechando todo lo que tuvieran en sus alacenas y no comprar más viandas.
Ese día todo fue a la olla, romeritos, papas, nopales, mole poblano y quien sabe que otro ingrediente fortuito cayó dentro del fogón. El platillo que surgió de esta mezcla improvisada fue bautizado con el nombre de “revoltijo” evocando a su origen de revolver todo lo que encontraron.
Cuando las religiosas lo probaron seguramente han de haberse sorprendido ¡Qué buen sabor tenía aquella mezcla! Gracias a Dios que las monjas no fueron celosas con su platillo y decidieron compartir la receta el resto de la ciudad, donde rápidamente fue aceptada y difundida a otras partes del país.
Pero ¿Por qué se come en navidad y semana santa? La leyenda no nos explica si este “revoltijo” fue hecho en épocas decembrinas o litúrgicas, pero dada su naturaleza, es probable que la ausencia de carne en la receta haya sido mera casualidad. La carne es más cara que los romeritos y en esas épocas la realidad no cambiaba mucho, por lo que en la austeridad del convento fue lo primero que se dejó de consumir.
le agradecemos a Re- comiendo México de donde obtuvimos prestada/robada esta información.