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El estruendo de un fantasma, que nunca se escuchó.

PARTE 1.

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Me encontraba huyendo, no sabía de qué o por qué tenía que correr, así como la  gotas de sudor, el miedoque recorrian todo  mi cuerpo lentamente, primero por mi cara, pasando por mi espalda y llegando hasta las puntas de los pies, trataba de obtener algun tipo de respuestas para este miedo que me abrumara, pero la suiente instante una serie de golpes azotaron mi mundo, al despertar estiré mi brazo para poder tentar mi celular, con los ojos entrecerrados alcancé a percibir el número cuatro, la pantalla de mi celular indicaba que eran las 4 de la mañana.

Se repitió aquel sonido, me levanté de la cama y me dirigí hacía la ventana, antes de abrir por completo la cortina, escuché la voz de mi vecina, me detuve para  tratar oír el porque de tanto escándalo, atenta y con una oreja casi pegada a una pequeña abertura en la ventana.

-¿Conoce usted a una joven con alrededor de 20 años, cabello negro y largo, con flexión delgada, altura promedio, ah y de tez  blanca? Me comentaron sus vecinos que vive en una de estas casas- afirmó con voz grave y autoritaria. 

-No…no sé de quién me habla- se apresuró a contestar, al colindar nuestras de tal manera que era posible escuchar a veces de más.

-¿Está segura? La vieron el día de ayer por la tarde llevaba puesto un vestido corto y entallado, color negro…- esperaba una respuesta, pero esta  no se apresuró a llegar.

-Le repito. No sé nada.- la respuesta que le dio mi vecina a aquel hombre fue no sólo lenta, sino tajante.

No pasaron ni dos minutos  cuando retumbaron la ventanas del tremendo sopetón que le metió a la puerta, seguido de aquel sonido una serie de golpes sonaron en mi puerta, en ese momento me dispuse a abrir, pero mi madre ya se encontraba en la puerta, vi desde las escaleras su espalda.

Decidí bajar un poco más, para observar mejor a aquella mujer seria, cuyas líneas de expresión resaltaba en su rostro, el hombre a su lado se veía  de mediana edad, Moreno y de complexión robusta. Unos minutos después, le calculó alrededor de 15 minutos,  terminaron de realizar las mismas preguntas que le hicieron a la vecina, con una excepciones.

-¿Hace cuánto vive la señora de alado aquí?

-Hace un par de años, un poco más.

-¿Tiene hijos?

-Sí, cuatro jovencitas ¿están bien todas?

-Sí señora, es por el procedimiento ¿alguna de ellas cuenta con una edad aproximada a los 20?

-Oiga, ¿a qué se debe todo esto? ¿Por qué andan preguntando tanta cosa? ¿Pasó algo?

-Mire, es mejor que no salga de su casa por un rato. Muchas gracias por su cooperación, buena noche.

Estas palabras resonaron en la silenciosa sala por un momento,  tras cerrar la puerta con llave mi madre y yo nos miramos fijamente con una expresión de intriga y preocupación.

-¿La descripción de la chica te resultó familiar? -  me pregunto mi madre rompiendo con el silencio.

-sí, lo sé... a la hija de la vecina.

De sus cuatro hijas, dos son mayores que yo, una más chica y la joven a la que nos referíamos tenía mi misma edad.  Ella es muy delgada, piel pálida y cabello negro, es muy distinta a sus hermanas tanto de forma física, como de su carácter, está joven solía ser rebelde, carismática para entablar conversaciones e impulsiva, consentida, esto la llevaba a meterse en conflictos.

Eso explicaría la rudeza en las respuestas de la vecina hacia los policías, era una suposición.

Aproximadamente alrededor de las 5:30 am comenzaron a irse y las puertas de la casa a cerrarse. Preparando un café caliente para no irnos a dormir, al fin de cuentas ¿quién tendría ganas de dormir antes de saber lo que estaba pasando?  Mi prima más chica que yo por cuatro años, salía de su cuarto tallándose sus ojos adormilados, le platicamos un poco de lo que ocurría y que esa era la razón por la que estabas despiertas.

-Escuché unos como truenos o cohetes, eran como las 2 y algo, me quedé viendo una serie, se me hizo raro escuchar a esta hora ese horrible sonido, pero bueno lo poco que llevo en Toluca, muy raro… no es. 

Posterior a este comentario empezó una revuelta sobre las visitas recientes, el estruendo, las preguntas y la vecina, las suposiciones pronto se convirtiero en una discución y la discución en unicamente ruido, poco se entendia, era como escuchar un montón de guajolotes enojados... mucho escándalo.

Decidimos dormir todas en la recámara de prima, aunque era fría y la idea de conpartir habitación  no me emocionaba, pero en ese momento...era la mejor opción, por lo menos si algo pasaba, esta era la más cercana a la única puerta de salida.