No es el aire lo que me separa de ti

ni tantos metros que suman esta gran distancia,

tú quién sabe dónde, abrazada a una pierna larga.

Ni son tus muslos cerrados los que me dejan fuera,

ni tantas cartas que te dicen lo que ya es tarde decir,

ni este mapa sin caminos,

ni es tampoco tu signo o el mío.

No es el tiempo lo que nos separa,

o que tú quieras hacer el amor por la noche

y yo por la mañana

ni son tus brazos los que me alejan de tu pecho,

ni tu boca que tanto ríe y canta,

ni tus pies incesantes que duermen a la cama,

ni las flores que cultivas con tus manos abonadas.

No es nada tuyo lo que me separa de ti,

ni tus cabellos que se abrazan a mi peine,

ni tus ojos de nomeolvides que platican al moverse,

ni los vellos que visten a tu sexo,

ni el fango en que crece tu alimento,

ni tu pareja desgarbada, i sin acento.

No es más que el recuerdo de otros cuerpos,

de rencores añejos.

- Rodolfo Naró