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Quemarse
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- Published: 16 Mayo 2019
La noche del 28 de diciembre era bastante fría, manejaba con la ventana abierta para que saliera el humo de mi cigarrillo, aun con el viento helado que golpeaba mi cara. Volteé al asiento del copiloto viendo como un sueño estaba por cumplirse. Ver los papeles de la casa que compartiré con el amor de mi vida, es sin duda el sentimiento más bonito que jamás había tenido, estaban ahí, junto a mi y yo solo podía imaginarme la gran sorpresa que se llevaría Regina, mi novia de más de 4 años, la mujer con la que pienso estar hasta que la muerte nos separe. Nos conocimos en una pequeña reunión que ya estaba por acabar cuando la vi, recuerdo que llevaba una playera negra, jeans y tenis blancos, yo, un suéter azul marino de lana, jeans y tenis blancos.
Ella se encontraba al otro lado de la habitación, desde el primer instante sentí una gran atracción hacia ella, así que me acerqué con un cigarro en mi mano izquierda y un vaso de whisky en la otra.
- Hola, me llamo Lucas, ¿Tú cómo te llamas?
- Regina – me dijo - ¿Qué estás tomando?
- Whisky – le respondí – mis amigos dicen que soy todo un señor por tomarlo solo o en las rocas.
- Totalmente, es algo que hace un señor – me dijo mientras se reía.
- ¿Y tu? ¿Qué tomas? – Le pregunte con el cigarro en la boca.
- Tequila, cómo toda buena latina.
- Pues, ¡Salud! – Y nos tomamos hasta la última gota de cada vaso.
Platicamos unos minutos, sin embargo, me tuve que despedir a prisa porqué como conductor designado debía llevar a mis amigos a sus casas, con tan amena platica olvidé pedirle su teléfono, no tenía manera de comunicarme con ella y no me la podía sacar de la cabeza. Físicamente me encantaba pero su trato, su gusto por la música, su manera de pensar y su manera de hablar de un tema que la apasionaba, fue lo que más me cautivo. Esa misma noche supe que Regina tenía algo diferente, y que sería ella la indicada para mi.
Días después nos encontramos en el pasillo de la escuela al salir de clases, como una simple casualidad, sino fuera por ese pequeño momento jamás la habría invitado a salir… el resto de la historia esta lleno de todo tipo de momentos, buenos, malos y peores, pero siempre supimos sobre llevar las cosas y así ha sido hasta el día de hoy; sabíamos que con trabajo y esfuerzo saldríamos adelante. Fue ahí cuando llegó aquel correo, el maldito correo que cambiaría todo de un momento a otro yo me encontraba en un semáforo en rojo, en seguida tomé el teléfono y lo empecé a leer.
Estimada Regina,
Como respuesta a la solicitud de hace unos meses, tenemos el honor de informarle que su aplicación ha sido aceptada por parte de nuestra universidad.
Esperamos ansiosos por su respuesta, la cual debe ser presentada antes del 12 de Enero, si no existe tal respuesta para la fecha señalada, la solicitud será cancelada de manera automática.
Felicidades
UCLA
Mientras leía, bajaban las lagrimas por mis pómulos, unas eran de felicidad por la gran superación de la mujer que amo, otras por la separación que veía venir y las últimas por cómo vi mis sueños de vivir con ella en nuestra casa se desvanecía en segundos. No sabía cómo reaccionar, me encantaba la idea de que ella tuviera una oportunidad así, en una universidad tan importante, eso habla de la gran estudiante que es y de lo que quiere ser. Por otro lado, yo no tenía esa oportunidad, ya que nunca fui un buen estudiante y tampoco tenía dinero para pensar en ese tipo de cosas. He trabajado desde la preparatoria para poder generar ingresos en mi casa, una ayuda que hacía a mis padres, ellos mismos me dieron la oportunidad de estudiar en la universidad, así que mis días estaban llenos de actividades, clases en la mañana, trabajo por la tarde y en la noche solía pasar el tiempo con Regina. Como última parte de mis lagrimas, sentí que todo el esfuerzo que había hecho para tener el dinero suficiente y así comprar una casa y vivir juntos fue tirado a la basura, como si nada hubiera valido la pena después de tanto.
El semáforo se puso en verde, pararon las lágrimas y como primer impulsó pise el acelerador a fondo, en la radio sonaba Mr. Brighside y yo cantando con rabia, “Cause I just can't look, it's killing me...”.
Al acabar la canción, fui bajando la velocidad de la camioneta junto con el volumen de la radio, decidí marcarle al Sr. Donovan, el agente de ventas con el que había acordado el trato de la casa nueva, haciendole saber que había surgido un imprevisto y no se podría concretar la compra.
En el siguiente semaforo en rojo tomé mi telefono y ya tenía un mensaje de Regina:
-Amor, ¿Ya lo leíste?, está increible, ¿no?
-Re, -Así le decía de cariño- es una oportunidad que no puedes dejar ir, no sabes lo orgulloso que estoy de ti, ¿Qué te dijeron tus padres?
-Están muy emocionados y estamos viendo como le haremos para que pueda irme lo antes posible.
-No puedo creer que esto este pasando, estoy muy feliz y orgulloso de ti. – yo por dentro estaba destrozado –
-Pero, tenemos que ver lo nuestro y como lo vamos a llevar. –Lo escribió con una frialdad que jamás había sentido en sus mensajes, yo sabiendo lo que estaba por pasar.
Mientras leía este último mensaje en el teléfono, estacioné mi vieja camioneta. Me bajé y me puse una chamarra, las lágrimas que quedaban en mis mejillas se empezaban a congelar y yo agarraba los papeles de la nueva casa, mi cajetilla de cigarrillos y el encendedor. Cerré la puerta y caminé hacía la esquina de nuestro café favorito, ese que nos dio tantas tardes felices y carcajadas mientras disfrutábamos la compañía del otro, con un olor a café que volvía los momentos, algo perfecto.
Prendí mi cigarro, mi mano casi congelada me pedía que mantuviera el encendedor prendido, sin pensarlo tomé los papeles de la casa y los empecé a quemar. Enojado y frustrado, regresé a la camioneta, sin voltear atrás a ver los papeles quemarse en la fría banqueta.
Abrí la puerta, tomé mi teléfono y tenía varias llamadas perdidas de Regina y un nuevo mensaje que decía:
-¡Inocente palomita, te dejaste engañar!