Adicción Música

Rock en Tierra Indígena

Vayijel

 por Aarón Enríquez

A través de los años se ha tratado de minimizar a las comunidades originarias de nuestro país. A pesar de esto, varias agrupaciones han logrado crear un espacio de resistencia donde muestran que sus lenguas existen y no hay razón para apartarlas del panorama musical mexicano. Aarón Enríquez da cuenta de algunas bandas que decidieron cantar en su lengua materna.

Un pueblo que no encuentra su voz es un pueblo que no existe. La falta de arraigo e identidad es un tema que han padecido las distintas culturas indígenas a lo largo del país: pueblos que han sido invisibilizados por la cultura occidental, cuyos habitantes se han visto invadidos por una lengua, unas costumbres y una cos­movisión que no son suyas. Sin embargo, la cultura no se crea de forma espontánea. La cultura no sólo es la tierra y las raíces, tam­bién es la gente que vive y cohabita con las distintas expresiones a las que es expuesta, que se mueve dentro de ellas, las mastica, las reinterpreta y, posteriormente, las escupe; pero no como una forma de rechazo, sino como apropiación.

Desde 2010 se ha impulsado el programa De Tradición y Nuevas Rolas, a través del Conaculta, que ha contado con la participación de gente como Roco de la Maldita Vecindad, Guillermo Briseño y Juan Gregorio Regino, director de Desarrollo Intercultural de la Dirección General de Culturas Populares, quienes se preocu­pan por vincular el rock y otros ritmos con el rescate de las len­guas indígenas. Esta iniciativa se ha dado a la tarea de difundir a distintas bandas de pueblos como el wirrárika, maya, mixteco, náhuatl, purépecha, tlapaneco, yokot’an, zapoteco y zoque. El pro­grama ha realizado conciertos a lo largo del país para impulsar el movimiento.

Gracias a esto, se consiguió una apertura importante para agru­paciones indígenas de música contemporánea provenientes de distintos estados; algunos, incluso, participaron en el Vive Latino 2014 dentro del Foro Raíces, un espacio dedicado específicamente para ellos. En él estuvieron presentes grupos como Sak Tzevul y Yibel Jmetik Banamil, Noesis, Pat Boy, Lumaltok, Soma-Skanker, El Rapero de Tlapa, Xaam Xuxp y Hektal (reggae tsotsil).

Chiapas es el estado en el que más se ha explorado el movi­miento musical contemporáneo de raíces indígenas. De ahí, en 1996, surgió Sak Tzevul, una de las primeras agrupaciones que asumieron su identidad y su lengua a través de música apegada a las raíces del blues, el rock y ritmos que consumieron desde su adolescencia. El líder de la agrupación, Damián Martínez, ha ex­plicado lo complicado que ha sido para ellos hacer rock en tsotsil, su lengua materna, principalmente porque la gente mayor piensa que una expresión artística en su idioma pero con influencias de culturas ajenas a la suya es una invasión a su cultura. Esta apro­piación ha servido para que Sak Tzebul no solamente haya tras­cendido las fronteras de su propia tierra y dado a conocer parte de su cultura en otras latitudes, sino también para reivindicar su identidad. Damián Martínez, además, mantiene una relación con la violinista y orquestista japonesa Rie Watanabe, quien for­ma parte de la agrupación desde 2007 y que le da una personali­dad más global a la banda, al tiempo que refuerza la idea de que es posible crear música contemporánea sin dejar de respetar la raíz tsotsil. Sak Tzebul también funciona como una escuela de música que brinda herramientas a jóvenes y niños interesados en desarrollar sus habilidades como músicos con la ideología y las tradiciones de su propia cultura.

lumaltok

San Juan Chamula proviene una de las bandas que mayor reconocimiento ha logrado como exponente del rock en lengua in­dígena. Vayijel, cuyo nombre significa «espíritu animal guardián», logró participar en el festival Cumbre Tajín 2014, compartiendo cartel con bandas como Puscifer, Primus y Tool, aunque recibió burlas e incluso rechazo de algunos habitantes que veían en ellos un esfuerzo infructuoso e incluso risible por tocar rock. Vayijel empezó a ganar visibilidad gracias a un video que subieron a You­Tube de la canción «Kux-Kux». Con una influencia dark, el clip hace alusión a la aparición de las lechuzas como premonición de algo negativo. Recientemente estrenaron el video para la canción «J-ilol», de mucho mejor manufactura y con un sonido distinto, que remite más a Austin TV o a Sigur Rós.

Algo característico de los grupos de rock indígenas es que ge­neran su música de forma intuitiva, aunque quizá exista cierto debate sobre la falta de academia que presentan la mayoría de las agrupaciones. Ellos hablan francamente al afirmar que su acer­camiento al rock se dio de forma muy natural, sin mayor pre­tensión que tocar lo que ellos sienten y de la manera en que les gusta. Aunque en la cultura musical occidental existe una ten­dencia a profesionalizar a los músicos en aspectos como la téc­nica, la producción o la ingeniería de audio, la realidad es que el rock siempre es de espíritu libre en el sentido de hacer las cosas sin más pretensión que el «hazlo tú mismo». La actitud indie de producir su propia música e incluso encontrar sus propios cana­les de distribución es lo que atrae del rock indígena actual y de fenómenos como el de Vayijel, pues habla de la forma en que las comunidades viven la modernidad y han incorporado a su vida ciertos elementos de la cultura de Occidente para alzar la voz y hacerse escuchar en la aldea global. Aunque en su entorno nada parece cambiar demasiado, la realidad es que al exterior hay miles de personas que los voltean a ver.

EL ROCK MEXICANO

Para los exponentes del rock nacional de habla hispana, el tema de las lenguas, los ritmos y la cultura indígenas ha sido explora­do recurrentemente. Diversas agrupaciones han experimentado más allá de darle cierto sello de mexicanidad a su sonido: desde Café Tacvba y Caifanes, hasta agrupaciones más recientes como Centavrvus, que ha llevado un paso más allá la incorporación de elementos de música tradicional para lograr un sonido moderno o contemporáneo. También ha habido quienes, en su búsqueda por dar visibilidad a los pueblos indígenas, han realizado proyectos como el Sonidero Mestizo de Roco Pachukote, Moyenei Valdés y Yoku Arellano; o el A+C (Arreola + Carballo) que conforman los hermanos Chema y Alonso Arreola con el poeta Mardonio Car­ballo, quien retoma poemas hablados en náhuatl para hacer este ensamble experimental de jazz y sonidos electrónicos —un pro­yecto de calidad superior que flota entre los demás sonidos que retoman la lengua y culturas indígenas.

La reinterpretación de la cultura contemporánea en los pueblos indígenas no es algo que haya surgido de forma espontánea, pues el choque intercultural que generan las condiciones geográficas y socioeconómicas, tanto del país como del mundo, provoca que los jóvenes mantengan un contacto permanente con ciertas ex­presiones musicales que para el mundo occidental son muy co­munes (como el rock, el rap, el reggae o el hip-hop) desde hace décadas. El uso de internet, el sentido global que ha adquirido la cultura popular y la migración masiva que se vive en distintas zonas indígenas del país generan esta coalición de culturas que, con el tiempo, tendría que traer consigo híbridos impensables quizá hace cincuenta años.

HIP-HOP DE LA MONTAÑA

En este intercambio cultural detonado por la migración se ha generado el brote del rap y el hip-hop de origen indígena. Entre los exponentes más reconocidos está el colectivo guerrerense El Rapero de Tlapa, encabezado por Gonzalo Candia Moreno. Como el propio Gonzalo ha mencionado en entrevistas, su gusto por el rap surgió después de haber escuchado a MC Hammer en la gra­badora de un amigo que regresaba a Tlapa tras una temporada en «el gabacho». Cuando llegó su oportunidad de cruzar la frontera para buscar mejor suerte, El Rapero de Tlapa regresó convencido de que el estilo gangsta era lo mejor para él. Aunque las cancio­nes de su proyecto musical, además de retomar su lengua, hablan sobre la cultura y las problemáticas de su pueblo con un mensaje de paz, es innegable la influencia del gangsta rap, del g-funk y el rap chicano en su propuesta. El dj que lo acompaña, sin estudios sobre producción musical, simplemente se dedica a soltar el beat que considere adecuado, siempre que sea del agrado de los demás miembros del colectivo.

Existen otros colectivos, como los Slajem K’op, originarios, tam­bién, de San Juan Chamula, quienes ya preparan una colaboración con el grupo Centavrvs, en la que se incluirá su rap tsotsil. En otras latitudes, como Ixmiquilpan, Hidalgo, también surgen propues­tas: un par de ejemplos son Domingo Acosta y dj Héctor Beat, quienes fusionan algunos sonidos propios de la zona con música electrónica, rapeados en lengua hñahñú, influidos también por el intercambio cultural derivado de la alta migración en la zona. Esta situación se replica en estados como Oaxaca o Michoacán.

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REIVINDICACIÓN DE LA LENGUA

Es innegable la apertura que tiene la música contemporánea que reivindica las lenguas autóctonas en la escena musical. Venimos de presenciar una actuación excepcional por parte de Sak Tzevul en el Festival Cumbre Tajín 2015; incluso el cineasta hidalguense Benjamín Romero prepara un documental sobre la misma banda, que se titulará Esta no es una película de rockstars, algo impensable hace no mucho tiempo. Por fortuna, el espacio no alcanza para mencionar a todos los exponentes y movimientos que surgen en distintas zonas del país, provenientes de cada una de las regio­nes con población indígena y representantes de las lenguas que se hablan actualmente en México.

Aunque el camino para una banda de música contemporánea en lengua indígena es sinuoso, habrá que apelar a la resistencia de los pueblos y sus artistas, y a la sensibilidad de quienes esta­mos ávidos de nuevas propuestas. Así no se desvanecerá su voz.

Gracias a Tierra Adentro, de ahí tomamos prestada/robada esta información.