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Millenials: Generación Sin Orgasmo

 
Algo sucedió con la forma de sentir de esta generación. Algo relacionado con su mundo, las imágenes y su cuerpo. El millenial no sólo es un producto del mercado, también es un ser neutralizado por la furia del presente.
 
Si para la modernidad la sociedad era un proyecto, es decir que tenía una finalidad, para los Millenials, en tiempos post/meta-modernos, el futuro no importa, ya no hay proyecto social alguno que haya que construir. La forma en que se percibe el tiempo cambió radicalmente. Antes estaba la tentativa de que las acciones políticas y los individuos llegaran a buen fin, a su realización. En cada humano y sociedad había un punto máximo, aquel donde todos sus sueños y promesas se cumplían: comprar casa, tener familia, una sistema democrático funcional, abrir una empresa, que tu hija tuviera un buen esposo, jubilarte, etc…
 
Pero de pronto se nos dice que estamos en la metamodernidad y que nosotros somos los millenials y no sé qué. Aunque no es nuevo que las redes sociales –y la tecnología– han configurado una forma de habitar el mundo es probable que este sea el meollo de la subjetividad millenial. Dejamos de construir grandes cosas y nos entregamos al instante. Comenzando por la propia subjetividad. A través de deseos inmediatos nos producimos en las redes y como compradores: una pulsión se apodera de nosotros a la hora en que estamos todo el día revisando y buscando lo nuevo en el scroll, twitterando, likeando o compartiendo productos y comida en Instagram. Nos hacemos presentes en el mundo cuando el deseo nos sobrepasa hasta que te duele la mano de no encontrar nada en los contenidos. Pero ya no importa el contenido, sólo el flujo y la acción, pues la condición de posibilidad del shitpostinges el exceso, la sobreproducción y una libido exacerbada. En el sobrepujamiento y la repetición está la base de una sexualidad neutra.
 
Sexualidad neutra porque nos hemos liberado de la orgasmomanía. “Ésta emancipa a la sexualidad de la naturaleza y la confía al artificio, el cual abre un mundo en el que ya no tiene importancia la diferencia entre los sexos, la forma o la apariencia sensible” (Mario Perniola). No necesitamos llegar a ningún lado, ningún orgasmo será suficiente. No encontramos nada más que el goce del acto mismo. Pero podemos gozar y sentir todo el tiempo. Un Likear no lleva al orgasmo pero desahoga ciertas inquietudes e incomodidades o satisface simplemente. La vida corre mientas interactuamos con imágenes y texto en las redes o masturbándonos en la web con cual sea que se disponga a ver. Entre la exhibición de uno mismo y el quehacer cotidiano nuestro cuerpo se desgasta.
 
Esta sexualidad nos entrega a la inmediatez: las superficies, la tecnología, la religión, la apariencia o la carne como lo que es: materia a ser consumida. Basta ver un par de películas recientes para dar cuenta de esta forma de gozar: Klip, Demonio Neón, VORAZ o el video-arte contenido en la plataforma Xvideos.com. Esta apuesta por una nueva sexualidad también podría remontarse de una forma radical a Cronenberg, especialmente en videodrome. Donde el personaje Max “comienza a percibir los efectos de la exposición a la imagen, modificación no sólo de la percepción en forma de alucinación, sino también mutaciones de la carne en donde la imagen se vuelve más real que la carne, y la televisión deviene “la retina de la mente”. Cuerpo protésico que da lugar a la nueva carne”(Sonia Rangel).
 
No es necesario juzgar moralmente. Nuestra relación con el cuerpo y el tiempo ha cambiado y con ello se abre un mundo de posibilidades. Sólo habría que realizarlas tratando de escapar del mercado-global que vende lo milleniall como sólo consumidores, pero el potencial estético-sexual ahí está, despegando, despacito…