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LA MARGARITA: EL MÁS FAMOSO CÓCTEL CON TEQUILA

margarita magic by julie ferrario

De Lucila Hutson

Tequila: cooking the spirit of México, 1995. Pp. 67,68.

Traducción: Miguel Ángel Lara

Margaritas: México en una copa. Playas saladas, cantinas polvorientas a lo largo de la frontera y mariachis a la luz de la luna llena son los conjuros en cada sorbo. No se trata de un estímulo poco sutil para las papilas gustativas: tenemos el dominante y agrio sabor del jugo fresco de limón,  el agridulce del licor de naranja, la compleja esencia del agave y un borde ligeramente salado. Mitos acerca de la creación de la Margarita abundan, la mayoría de ellos nacidos en las barras de cantinas fronterizas, donde un montón de orgullosos cantineros se jactan de haber dado con la mezcla. Una cosa es cierta: el jugo de limón, el licor de naranja y el tequila, capturan todo el amor de México.

 

LA MARGARITA ORIGINAL

Por supuesto me encantaría darle el crédito al cantinero de mi casi pueblo natal, Juárez  (¡Hay Chihuahua!) México, de la Margarita original. Brad Cooper contó esta historia en la revista Texas Monthly en 1974:

Era el verano de 1942 y existía un ruidoso grupo de soldados de Fort Bliss (El Paso, Texas) que se identificaban a sí mismos como “bebedores al estilo Hemingway que apuestan fuerte” y que frecuentaban el Tommy’s Place de la avenida Juárez (sin lugar a dudas, mi tío abuelo Robert McAlmon visitó frecuentemente este bar. Era un escritor y editor expatriado que bebió y parrandeó con Hemingway y con la Generación Perdida en París durante los años 20 y que más tarde reanudó su bebida en los bares de Juárez).

Francisco “Pancho” Morales, el bartender, se encontraba mezclando tragos para una alegre muchedumbre que festejaba el 4 de julio. En esta celebración estadounidense por excelencia, él creo la Margarita, la más gringa de las bebidas mexicanas. Una hermosa mujer había ordenado una Magnolia, una suave y traviesa combinación de gin, jugo de limón, crema y granadina. Habiendo olvidado como preparar una, Pancho improvisó usando los ingredientes que tenía a la mano: el ubicuo tequila, limón y Contreaiu, un licor de naranja francés. Afortunadamente a ella le agradó y confundiendo las flores, Pancho la nombró Margarita, que encajaba perfecto para el brillante y refrescante cóctel. Dado que Pancho enseñó en la escuela de bartenders de Juárez, su Margarita rápidamente se convirtió en el ícono del pueblo. Más adelante, Pancho se mudó a El Paso, se casó con una mujer llamada Margarita (no es broma) y se convirtió en vendedor de leche; pero su  Margarita le sobrevivió.

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Hay un artículo de Cooper (sic) donde Carlos “Danny” Herrera contó otra historia acerca de su trago favorito de toda la vida, el cual afirmaba haber inventado en 1948. Murió en San Diego, California en mayo de 1992 a la edad de 90 y mucha gente lo recuerda como el primer hombre Margarita.

Herrera y su esposa dirigían un hotel y restaurante llamado Rancho La Gloria, el cual se localizaba en el camino a la playa Rosarito justo al sur de Tijuana. Alguna vez sirvieron para un ilustre grupo de actores de Hollywood que incluían a Phil Harris (quien después, junto a Bing Crosby, fue el primer importador del tequila Herradura a los Estados Unidos) y Alice Faye, una rubia preciosa de la época de la pantalla de plata (la industria del cine).

Una joven estrella del cine, Marjorie King, también visitaba el Rancho La Gloria frecuentemente para participar de los licores y del calor de Baja. Marjorie, o Margarita como era llamada en México la pasaba muy mal con cualquier licor excepto con el tequila, pero al mismo tiempo, no quería unirse a los hombres en sus shots de machos. En su lugar, Herrera mezcló una bebida con mayor probabilidad de ser apreciada por una dama especialmente para ella. Suavizó el impacto del tequila con jugo fresco de limón y Cointreau. Por supuesto nombró a su suave y helada creación con el nombre de ella. Poco después, el bartender Al Hernández ya se encontraba mezclando Margaritas en el bar La Plaza, en La Jolla, California y para 1950 era un éxito rotundo en Los Angeles.

También podemos levantar nuestra copa en honor a la socialite Margaret (señora de Williams) Sames, a quien Helen Thompson le acreditó la creación de la primera Margarita en un artículo para el Texas Monthly en 1991. Supe que su versión me agradaba bastante cuando Thompson la citó diciendo: “No me gustan los tragos suaves, ni tampoco los hombres suaves”.

De acuerdo a Thompson, la señora Sames y su esposo quemaban sus horas durante los gloriosos 40 en su hacienda de Acapulco, donde “se reunía alrededor de ellos un excéntrico grupo de personajes y se convirtieron en el centro de un remolino de intoxicación social”. En una navidad, Margaret Sames mezcló “el trago” para Nicky Hilton (heredero de la fortuna de los hoteles Hilton) y para el propietario del Tail O’ Clock, un famoso restaurante de Los Angeles. Su esposo después nombró al trago con su nombre y mandó a hacer un conjunto de copas especialmente para ella, grabados con el nombre Margarita.

Además, el publicista del tequila José Cuervo tiene su propia versión acerca del mito de la creación de la Margarita. La historia de Cuervo data de 1945 y dice que un tal Vernon O. Underwood poseía los derechos exclusivos para distribuir Cuervo en los Estados Unidos, sin embargo necesitaba cambiar la imagen brusca que había del tequila entonces. El macho ritual de la sal, la rodaja de limón y el shot, no estaba muy bien aceptado en los refinados bares del suroeste de California. Durante esta época, Jhonny Durlesser, el bartender del ya mencionado Tail O’ Clock, duplicó para una mujer el trago que alguna vez ella había probado en México. Supuestamente su nombre era Margaret (¿quizás era una de las asistentes a las veladas de Sames en Acapulco?). Poco después, Underwood catapultó la popularidad del tequila en Estados Unidos con su eslogan: “Margarita. Es más que un nombre de chica”… y el resto es historia.

Usted puede pasarse estas historias como un grano de sal (o con un caballito de tequila), pero una cosa es cierta: Pancho, Carlos, Johnny y la señora Sames se retorcerían al probar algunos de los brebajes que se sirven en muchos bares hoy en día y que contienen unos iridiscentes remolinos verdes de sabores artificiales que enmascaran el crudo sabor de un tequila barato.   

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