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¿Por qué tenemos hambre cuando estamos ebrios?
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- Published: 19 Octubre 2015
¿Cuantas veces has terminado ebrio a altas horas de la noche ordenando unos ricos tacos en alguna taquería local? Resulta que esos antojos nocturnos podrían no estar relacionados con tu borrachera, sino con complejos factores subyacentes del cerebro.
Una investigación reciente señala nuevos detalles respecto a cómo el cerebro hace que tengamos antojo de comer tras consumir alcohol. El estudio, de la Facultad de Medicina de la Universidad Indiada, descubrió que beber torna al cerebro mucho más sensible a las ‘señales de la comida’ como el olor, estimulando que consumamos mucho más de lo que lo haríamos en sobriedad. (Los bocadillos nocturnos te harán engordar)
Los investigadores analizaron a 35 mujeres no fumadores, no vegetarianas, consideradas dentro de un peso normal. Querían probar la forma directa en que el alcohol impacta al cerebro, sin influencia del tracto digestivo – así que les suministraron alcohol a las participantes vía intravenosa la primera vez, después un placebo salino en su segunda visita. Los científicos descubrieron que los cerebros de los individuos a quienes se les suministro alcohol respondieron más a las señales de la comida que aquellas que recibieron el placebo, también comieron más cuando se les dio un almuerzo.
Los autores concluyeron que las razones subyacentes detrás de el antojo por comer cuando se está ebrio podrían ser más complejos de lo pensado con anterioridad, ya que existen caminos neuronales donde hay una relación entre el consumo de alimentos y alcohol.
Estudios pasados han encontrado que el consumo excesivo de alcohol puede resultar en comer de más, con resultados que muestran que en una noche de tragos se pueden consumir hasta 6,300 calorías por noche a comparación de quien no toma; es por esto que el alcohol a menudo se relaciona con un aumento de peso.
Pero los nuevos resultados muestran que quizás comer de más cuando se está ebrio no sólo es porque las cosas de dejan de importar al estar en un estado etílico, sino que hay mecanismos cerebrales que aumentan la sensibilidad a la seducción de la comida – desde la vista hasta el olfato. Lo que podría ayudar a los investigadores que buscan asistir a las personas a cuidar su peso.
El reporte ha sido publicado en el diario Obesity.
Gracias a Muy Interesante, de ahí tomamos prestada/robada esta información.