Descripción de un conflicto venidero
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- Por Alberto Avila Nuñez
Hace no muchos años, la zona conurbada del Valle de Toluca, era testigo de cómo sus habitantes con el conocimiento y la práctica de técnicas heredadas de generación en generación, penetraban el suelo hasta llegar a venas de agua, con la idea de brindar agua limpia a todos los habitantes de la región, según datos del CIRA (Centro Interamericano de Recursos del Agua) de la UAEM (Universidad Autónoma del Estado de México) estamos en uno de los mantos acuíferos de más importancia a escala mundial, ya que más del 90% de sus reservas se destina al consumo humano, no solo del mismo Valle sino también de las regiones conurbadas de la CDMX.
Mientras tanto, al otro lado del mundo, en Sudáfrica, la tierra que vio nacer a Nelson Mandela, se anunció hace pocos meses que habría de llegar el Día Zero, aquel temido día en que el agua potable que circula en la ciudad sería tan poca que habría que medir cada gota que se usara.
Mientras que en la mayoría de las grandes ciudades del mundo basta con acercarnos a un grifo cualquiera para obtener agua, en el país africano hay una gran crisis, que obliga a militares y al gobierno a cuidar cada llave abierta, mientras tu y yo disfrutamos de un baño refrescante en nuestra cómoda regadera, miles de personas en Ciudad del Cabo recorren grandes distancias para obtener aunque sea un poco de agua, un escenario difícil de imaginar, sin embargo, cada momento aumentan las posibilidades de que esto ocurra en distintas latitudes.
No hace mucho que en nuestro país se libran micro-guerras por el elemento que da vida, desde 2009 pobladores de Jalisco se defendían ante la construcción de una presa que provocaría la inundación de sus pueblos como Temacapulín, Acasico y Aparejo, con el pretexto de brindar agua potable a la región industrial del Bajío; o de las grandes batallas que han librado los indígenas mazahuas en las cercanías al sistema Cutzamala que alimenta al monstruo de consumo de agua del país, la ciudad de México.
Hoy en 2018, ya no es tan fácil conseguir agua en esta zona, ubicada al norte de la ciudad de Toluca, una zona dependiente de los programas sociales, que promueven el estancamiento, donde los pobladores en su mayoría aún conservan tradiciones de la cultura otomí, donde existen conflictos cada vez más marcados por el recurso hídrico, los habitantes se niegan rotundamente a municipalizar los pozos antes comunitarios, y existe la negativa a pagar un precio justo por tal recurso, aunque la tecnología con la que cuentas los pozos comunitarios se haya rezagado.
Como consecuencia de las catástrofes del mes de septiembre pasado se ha generado una gran movilización de gente de la CDMX hacia esta zona, aunado a la creación de zonas habitacionales justo donde antes eran grandes terrenos de cultivo, una de ellas ubicada a pie de la carretera Toluca-Temoaya, construidas por la conocida “Casas Ara”, la empresa en cuestión cuenta con la autorización para crear 2, 338 hogares nuevos en la zona, según datos da la Gaceta de Gobierno del Estado de México publicado el día miércoles 16 de diciembre de 2015. Esta acción generará por lo menos la movilización de 9 000 personas, que trasladarán su hogar al municipio de Otzolotepec, en los límites del municipio de Toluca, junto al poblado de San Andrés Cuexcontitlán, en la región conocida como “La Florida”.
Esto conllevará un gran impacto social, pero también uno ambiental, suponiendo que cada persona gaste solo 365 litros de agua al día, (como reporta PROFECO en el 2006 en un documento acerca del Día Mundial del Agua), tendríamos 3 285 000 litros de agua consumidos al día por esta zona habitacional, contabilizando solamente el gasto doméstico, según las declaraciones de la constructora “Consorcio de Ingeniería Integral S.A. de C.V.”, la zona habitacional cuenta también áreas verdes, por lo menos una escuela por nivel educativo básico y una zona comercial, lo cual aumentaría y por mucho el gasto del líquido vital.
Vecinos de la comunidad colindante de San Diego de los Padres Cuexcontitlán, llevan años peleando contra la construcción de dicho desarrollo inmobiliario, hay registros de oficios enviados a las diversas autoridades de los municipios de Otzolotepec y Toluca, así como a los responsables de desarrollo urbano y del CAEM (Comisión del Agua del Estado de México), en el que se señalan diferentes problemas de la obra, así como un perjuicio en contra de las colonias cercanas, debido a la descarga de aguas negras en el cauce del Río Verdiguel y el cercano Río Lerma, ambos sumamente contaminado y que en épocas de lluvia se inundan las calles y casas de la comunidad.
“Llevan años peleando su derecho a la consulta, a que la empresa les informe como obtuvieron el permiso para perforar el pozo de agua que abastece a la unidad habitacional, que les explique el funcionamiento de la planta de tratamiento de aguas residuales y que presente programas de disponibilidad y alternativa de agua, no han sido escuchados por nadie y tampoco han podido parar el progreso de la obra” dice Sonia Martínez, directora del Centro de Ciudadanía y Acción Responsable A.C. quien tuvo oportunidad de colaborar con la gente del lugar para detener la construcción de dicho desarrollo habitacional, y que a la fecha aún trabaja con la comunidad en acciones a favor del uso y consumo responsable del agua.
Y yo me pregunto, ¿es qué no han escuchado sobre la crisis en Ciudad del Cabo?, una ciudad de primer mundo en donde sus habitantes, según un reporte publicado por TIME, los pobladores ahí tienen que tomar duchas de menos de 2 minutos, reciclar la totalidad de su agua y no tomar más de 87 litros de gasto de agua al día, es decir lo equivalente a lavar tu ropa solo una vez al mes.
“La educación es el arma más poderosa que se puede usar para cambiar el mundo” rezaba Nelson Mandela cuando aún vivía, frase en la que cree el Centro de Ciudadanía y Acción Responsable, AC y un grupo de jóvenes que han puesto manos a la obra usando conceptos novedosos para relacionar la ciencia, la tecnología y las raíces culturales de esta región otomí-mestiza, bajo el nombre Mädi Dehe (que en otomí se entiende como “Amar el Agua”), un esfuerzo que es parte de un programa denominado “Sentido del Agua” que encabeza el CCAR, dirigido a educar y abrir un espacio de diálogo, con mutuo aprendizaje entre el mundo del quehacer científico-académico y la cotidianidad de la comunidad de San Andrés Cuexcontitlán.
Esta organización abre las puertas a niños, jóvenes y adultos a un aprendizaje significativo con los problemas que tienen con el agua, ya sea para entender la importancia de la tecnificación de un pozo, como colectar de manera eficiente agua de lluvia, instruyendo y concientizando sobre la naturaleza del agua, de la mano de la divulgación científica, el pensamiento crítico y un esfuerzo por recordar las raíces y la identidad cultural de gente que ha aprendido a ser indefensa para conveniencia de un grupo de poder.
Con talleres y lecturas que incluyen elementos en la lengua típica del lugar (hñahñu – otomí), así como textos que exhortan al pensamiento profundo y a un análisis más objetivo sobre la interacción del ser humano con su entorno, con sus congéneres y sobre todo con el ente que nos da vida, Mädi Dehe pretende construir un punto de inflexión en la vida de las personas que gusten acercarse con la única obligación de respetar y estar dispuesto al aprendizaje.
Y así, como escuche alguna vez de la boca del Dr. Polioptro Martínez Austria, un especialista en el tema, podríamos encontrar una fuente de energía inagotable, podríamos llegar a un planeta lejano y terra-formarlo, podríamos llegar a ganar un mundial de futbol, pero sin agua no hay vida, si alguien pudiera encontrar una alternativa a este recurso, sería la persona más amada por la humanidad, y si no han de cambiar las cosas, pereciera que lo que la gente sudafricana está viviendo, será solo un recuerdo, de cómo fue la primera vez que escuchamos que una ciudad no tenía agua, será solo un molde de lo que las sociedades viviremos y será una descripción perfecta de todos los conflictos por venir.