El Jardín de Borges
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“El jardín de senderos que se bifurcan es una imagen incompleta, pero no falsa, del universo tal como lo concebía Ts'ui Pên. A diferencia de Newton y de Schopenhauer, su antepasado no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En éste, que un favorable azar me depara, usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al atravesar el jardín, me ha encontrado muerto; en otro, yo digo estas mismas palabras, pero soy un error, un fantasma.”
Para borges como para nosotros el tiempo es algo importante, lo que cambia es nuestra percepción sobre él justo como refiere el párrafo anterior e incluso el autor reafirma su valía en las siguientes líneas: -Precisamente -dijo Albert-, El jardín de senderos que se bifurcan es una enorme adivinanza, o parábola, cuyo tema es el tiempo; esa causa recóndita le prohíbe la mención de su nombre. Omitir siempre una palabra, recurrir a metáforas ineptas y a perífrasis evidentes, es quizá el modo más enfático de indicarla.
La omisión de esa palabra nos remite a su esencia e importancia, este texto, “el jardín de los senderos que se bifurcan” es desde mi perspectiva la explicación del mismo Borges acerca de su obra, incluso creo que se refiere a él cuando escribe: “El testimonio de sus contemporáneos proclamaba -y harto lo confirma su vida- sus aficiones metafísicas, místicas. La controversia filosófica usurpa buena parte de su novela. Sé que de todos los problemas, ninguno lo inquietó y lo trabajó como el abismal problema del tiempo.”
A lo largo y ancho de la obra de Borges no es difícil identificar todas las bifurcaciones que constituyen a sus laberintos o bien sus letras, nos sumerge en varios planos narrativos que se aferran superficialmente por un fino hilo de seda que se quebraría con facilidad, temiendo resbalarnos y eventualmente perder la conexión entre planos, Borges nos recuerda que la única cosa que les conecta es el tiempo, pero es Borges y es el tiempo así que la explicación no es tan sencilla como acabo de escribir. El ciego argentino bifurca los senderos de los jardines de todos sus escritos, con la percepción del tiempo que con cada nexo y sílaba nos hace creer que existe un abismo entre cada “realidad ficcional”, nos separa entre cada ramificación y por un momento en el desarrollo nos deja a la merced de todas las posibilidades, nos entrega a un gran número de caminos donde no hay respuestas correctas o equivocadas, solo senderos; es aquí cuando nos saca de la bifurcación uniendo los tiempos, nos conecta a nosotros mismos con todas las realidades y sus diferentes percepciones sobre como transcurre el tiempo.
Porque Borges es un maestro al momento de crear laberintos indescifrables con el uso de letras, enganchándonos, dándonos justo la cantidad de libertad necesaria para que su narración tenga éxito, por esto principalmente es de mis escritores preferidos y su literatura es un lugar donde puedo perderme y encontrarme sin importar el tiempo.