Como muchos saben soy un cliente asiduo del seguro social, particularmente de la clínica 220 (para los que son de Toluca, el seguro viejo) mi cita es cada mes en punto de las 7 am para estudios clínicos, debes llegar por lo menos media hora antes para formarte.

El servicio clínico es muy bueno para el numero de personas que nos damos cita, pero ese no es el punto, lo que ha llamado mi atención en mis últimas visitas son tres tipos una mujer bien vestida y dos varones con vestimenta de doctores o enfermeros que dicen tener una niña con cáncer terminal, la señora es la mamá y los “doctores” son como voceros y tienen un speech (discurso para los que no saben inglés)muy bien armado. Dentro de este puedes escuchar que la mamá es soltera, se dedica a vender dulces en los camiones, que la ampolleta urge para ese día, citan marcas como pisa y dan nombres armados, rimbombantes y sumamente técnicos.

Estos sujetos piden dinero, nunca la medicina. Los mexicanos somos solidarios, casi instintivamente, nos mueve el dolor de los demás, me parece sorprendente que en la fila de análisis clínicos de esta institución escuche esa historia cada vez que me doy cita y lo más sorprendente es que siguen cooperando en la fila. Y lo peor son las miradas de los que ya cooperaron y están en espera de que hagas la mismo, es la misma presión social que sientes en el Oxxo cuando te piden redondear tus centavos.

¿Será que me estoy volviendo quisquilloso, mal pensado o incluso mal mexicano? Yo creo que no, creo que me canse de que me vean la cara de pendejo.

Seguro en un mes les tengo una historia nueva de estos lugares tan contrastes, para unos su más grande bendición y para muchos otros su peor pesadilla.