No entiendo las ecuaciones de segundo grado,

ni la aritmética aplicada,

ni el álgebra línea,

menos la regla de tres.

Ya olvidé las divisiones con decimales

y algunas tablas de multiplicar.

Si uno más uno son dos,

¿por qué al sumarme contigo

fuimos resta de voluntades

y de tiempo perdido?

Quise resolver la mecánica de tus fluidos,

la lógica de tus antilogaritmos;

me enseñaste que mis dedos no sólo

servían para contar del uno al diez;

me diste los días de la semana,

las noches de química entre

tu cuerpo y mis ganas.

Pero a mi edad, mujer, aún no entiendo

las matemáticas de tus palabras.

- Rodolfo Naró