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Tejiendo sueños
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- Published: 08 Septiembre 2020
Cuando los dioses crearon a los macahueles, ordenaron a la mujer que hilara y tejiera
Por mandato divino, las mujeres, desde niñas, eran encaminadas en el arte textil. A los días de nacida se le otorgaban sus instrumentos para desempeñar esta labor, tales como el malacate y el machate, enseres con los que eran sepultadas. A los cuatro años, las niñas "trabajaban el hilo, jugando"; a los siete, ya debían hilar por si solas; cuando llegaban a los catorce el arte de tejer y bordar estaba a un paso de la perfección, la cual llegaba alrededor de los 16 años, edad ideal para casarse. Es muy probable que su primera prenda fuera parte del rito de iniciación hacia la vida adulta, pues el arte del tejido hacía de la mujer un miembro de la sociedad. Cabe mencionar, que era activdad carente de jerarquía social, esto quiere decir, que las mujeres de todas las clases sociales debían dominar el tejido.
Más que un mandato, el tejer e hilar fue visto como un don divino, talento inspirado por los diosas a través de los sueños, diosas como Ixchel, entre los mayas; Xoquiquetzal, Mayauel y Tlazolteotl, entre los nahuas. El Cosmos también estaba ligado con el tejido, por ejemplo la Luna se vinculaba con los tejidos.
En la Matrícula de Tributos es posible conocer qué pueblos se dedicaban a este arte y, por tanto, pagan su tributo con mantas, huipiles, trajes para los guerreros, tilmas, entre otros. Así, en la Lámina 27 se indica que comunidades de Puebla tributaban 400 huipiles; en la Lámina 23, Oaxaca. La Lámina 23 menciona a Guerrero, mientras que la 14 a Tenancingo, región que en la actualidad se destaca por su producción de rebozos.
En el siglo XXI, es posible admirar la herencia de este arte en las blusas/huipiles/rebozos/faldas que las mujeres de diferentes naciones indígenas portan día a día. Podemos observar estos textiles en un nivel meramente estético, pero si nos centramos en su simbología podremos encontrar que cada figura, en cada color es el reflejo de sueños, mitos y de la historia. Por ello, resulta trascendental darle el justo valor a este arte