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La Nutella y su impacto negativo en el mundo

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No hay dudas: la Nutella es la niña mimada del mundo de los condimentos. Mientras que sus primos, la mantequilla de maní y algunas mermeladas disfrutan de popularidad regional, el dominio de la Nutella se siente en 75 países, con 2.46 miles de millones de dólares en venta cada año. Ferrero, la compañía que produce Nutella, consume un sólido 25 por ciento de la producción mundial de avellanas. De hecho, en 2014 compró a un proveedor de avellanas turcas toda su producción del año, con tal de asegurarse de estar exento de las fluctuaciones en los precios del mercado. Las ventas globales de Nutella están a un nivel jamás conocido. El antiguo dueño de Ferrero, el multi, multi, multimillonario Michele Ferrero, fue el hombre más rico de Italia hasta su muerte en febrero de 2015.

A los niños les encanta. Cada puesto de crepas baratas en el mundo la aman. Nuestros escritores la aman. Hasta ISIS la ama.

Sin embargo, en Francia, el país que consume más de un cuarto de la Nutella del mundo, quieren que la fiesta de avellana se detenga, porque al parecer nuestra querida golosina chocolatosa le está haciendo cosas horribles al planeta.

La Ministra de Ecología de Francia, Segolene Royal, nos advirtió esta semana que los habitantes del mundo necesitan aprender a vivir sin, o al menos con menos, de esa sustancia dulce y adictiva. En una entrevista con el canal French TV Canal + Royal explicó que el aceite de palma, el segundo ingrediente más abundante en la Nutella después del azúcar, es el principal culpable de la deforestación, que tiene un impacto negativo y masivo en el medio ambiente.

Y ésa es una forma amable de decir lo que está ocurriendo en esta industria alimentaria global. Los ecosistemas están siendo sobreexplotados, muchas especies vegetales y animales están en crítico peligro de extinción (como orangutanes y rinocerontes), las grandes empresas roban tierras locales, maltratan a los agricultores e incluso recurren al trabajo infantil.

“Tenemos que replantar muchos árboles porque hay una deforestación masiva que también lleva al calentamiento global”, dijo Royal en la entrevista. El país hizo un intento legislativo de colocar un impuesto de 300 por ciento en el aceite de palma en 2011, pero perdió la votación.

Según Business Insider, Ferrero compra cerca del 80 por ciento de su aceite de palma en Malasia, país conocido por su escaso respeto a los agricultores, pero ha pasado los dos pasados años enfatizando su campaña “Ferrero Palm Oil Charter”, ideada para comunicarle al mundo que su aceite de palma es obtenido de maneras sustentables.

La iniciativa incluye la total trazabilidad del aceite, impedir el uso del fuego para limpiar la tierra, evitar deforestar los bosques de “alta absorción de carbono” para proteger a orangutanes y otras especies animales, el respeto a los derechos humanos de los trabajadores y la “activa lucha contra la corrupción”, entre otras metas. La última actualización de la campaña fue el 12 de junio, cuando Ferrero dijo en un comunicado que su “programa está haciendo un progreso significativo implementando el estatuto con todos nuestros proveedores”.

Otros grandes consumidores de aceite de palma, como Dunkin’ Donuts han hecho promesas similares en la pasada década para encontrar una manera de obtener sus materias primas de forma totalmente sustentable. Pero es difícil estar seguros de que estén cumpliendo su promesa cuando todo el trabajo sucio sucede detrás, lejos de la vista del consumidor.

Especialmente cuando tenemos los dientes embarrados de Nutella.

Algunos discutirán que el boicotear la producción de aceite de palma hace más mal que bien, porque la industria es tan grande y sólida, que cambiarla parece más factible que erradicarla.

Especialmente cuando tenemos los dientes embarrados de Nutella.

(Gracias a VICE, de ahí tomamos prestada/robada esta información)