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Atardecer III
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- Published: 02 Enero 2018
Entonces vino la tercera y la ultima pedrada con Atalía que curiosamente no fue tan directamente su culpa, pero Atalía al tener un corazón tan bueno suele ser de esas personas que se deja influenciar por otros y para cuando se da cuenta ya es demasiado tarde, el daño estaba hecho, justo como lo hizo con Maika, que se dejo llevar con lo que hacían pero una vez más enterarme también fue mi culpa.
-Seguro engorde muchísimo, comí como cerdo esta semana- Le comente a Maika ese día que nos tocaba ir al nutriólogo porque creí que era un buen motivante.
-Ni me digas, yo también debí de haber subido muchísimo. - Cuando entro la nutrióloga y comenzó conmigo primero.
-Noor, subiste 500 gramos, debes cuidarte más…
-Si, lo sé
Entonces fue el turno de Maika, la verdad es que yo no era tan intensa con mi peso pero sabía lo importante que era para ella, por eso me alegraba más de que ella bajará y no le daba importancia a mi peso. Mientras que hacían todo el proceso de pesarla tomé su celular husmeando en los mensajes, no quiero que piensen mal, tengo un extraño vicio por agarrar los celulares de las personas y ver sus conversaciones conmigo pero esa vez antes de llegar a mi conversación visualicé un “Noor ya me tiene harta” no pude evitarlo… seleccione la conversación que tenía con Atalía:
“¿Por qué te tiene harta?”
“No es justo que ella bajo 2 kilos más que yo y trago sushi, pizza, cosas así”
“Bueno pero recuerda que el peso depende de muchas cosas, lo importante es la grasa corporal”
“Luego, anda súper creída por el trabajo que consiguió, presume muchísimo”
“¿En serio? Eso ya me hace enojar”
“Si, todos sabemos que había gente más capacitada, como yo”
“Eso es cierto, no puedo decirte que no”
“Además de que se pasa presumiendo que sale un buen, y toma, como si eso fuera gran cosa”
“Sí, ya no se sabe medir en sus salidas o en la forma en la que toma, que pena… la verdad”
Deje de leer, no podía seguir leyendo porque mi corazón se rompía con cada palabra que leía, recuerdo que ese día llore bastante, ya no quería saber absolutamente nada de ninguna de las dos, esa fue la pedrada con la que cambio todo… para mí.